“La Sagrada Escritura es la primera fuente de espiritualidad cristiana. Josefa Campos iluminaba y fortalecía su espíritu en ella. Esta Palabra, que penetra hasta lo más íntimo toda la verdad de Jesús como revelador del Padre, permanece operante en nosotras, nos interpela constantemente y nos mueve a conformar nuestra vida con la de Cristo. Cons. Nº 56IMG-20150530-WA0001La Palabra de Dios fue el alimento que nutrió la vida de amor de M. Josefa, especialmente las cartas de S. Pablo y la contemplación del mensaje de los Evangelios. “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Jn. 13,14. “Por encima de todo, tened caridad, que es el vínculo de perfección, y que la paz de Cristo exulte en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo cuerpo”. Col. 3,14-15. “El amor es la plenitud de la ley.” Rom. 13,10.

La oración, la Palabra de Dios y los encuentros comunitarios nos ayudan a despertar el deseo de amar a Dios con todas nuestras fuerzas y a los hermanos por Él y en Él.

Oración

» La oración es la misma consagración en ejercicio, que nos hace vivir únicamente para Dios. De ella dimana la fecundidad de nuestro apostolado…» Const. nº 46

La verdadera imagen del amor de Dios encarnado es Jesús, la Palabra hecha carne, el fue la fuente de inspiración de M. Josefa y lo es para todas nosotras.

La iniciativa en el amor parte de Dios, fuente y origen del mismo. Así lo expresa el Apóstol San Juan: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero… Nosotros, pues, amemos, porque Él nos amó primero” (IJn. 4,10-19).

Dios no quiere corazones partidos. M. Josefa entendió que el amor a Dios y a los hermanos debe ser una misma realidad. Ella supo ser toda para Dios sin dejar de ser toda para los demás.