TERMINAMOS COMO COMENZAMOS, PERO MÁS…

publicado en: El rincón de M. Ángeles | 0
MARCAS DE MUJER QUE DEJAN HUELLA

Comenzábamos en este mayo especial que concluye hoy, evocando a mujeres que han dejado y dejan huellas, marcas, que pueden ayudarnos a recorrer con sentido el camino de nuestra propia existencia como personas y creyentes en Jesuscristo. Hoy concluimos con la Huella que dejó para siempre la Mujer que hizo posible lo impensable: aproximar a Dios y a sus criaturas preferidas, los seres humanos. Y por si fuera poco, esta Mujer, como otras muchas a lo largo de la Historia, acogió en su corazón la Huella perenne del Amor divino: el Espiritu. Esa Fuerza que dinamiza nuestras vidas, ese Fuego que hace arder nuestros corazones con El amor y el “entusiasmo” que nos diviniza (recordemos que esta palabra está emparentada con el término griego “theos”, “dios”), que nos hace capaces de engendrar a Dios y de darlo a luz. Que, como vemos en el relato evangélico de la Visitación de María, que también celebramos hoy, nos impulsa a salir de nuestro ensimismamiento egocéntrico y a ponernos en camino hacia quienes más nos necesiten, para a anunciar el gozo profundo del Dios-con-nosotros. Un gozo como el que experimentaron Isabel (figura de la esterilidad humana, que solo el Dios de la Vida es capaz de convertir en fecundidad) y el hijo que llevaba en su seno, que saltó de alegría ante la presencia de Aquel a quien después prepararía el camino. Que Ella nos ayude a acoger al Espiritu, para vivir con entusiasmo, con generosa autenticidad nuestra misión de anunciar, allí donde nos encontremos, la Buena Noticia que hemos recibido. Que nos recuerde, siempre que lo olvidemos, lo que nos muestra el Evangelio según san Juan que dijo María a los siervos de aquella boda: “Haced lo que Él os diga”.